Que nazca la mañana más esplendorosa del año, que Jesús hecho hombre anuncie que la semana mayor aflora entre el azahar, que tras toda la comitiva se expresa la alegría y la nostalgia de otras mañanas de domingo de ramos, que tras escuchar los sones de tu marcha, Señor triunfante, se anuncie la venida y salida a las calles de Ayamonte. Sones de la marcha real ya nos hacen despertar de este sueño que es la semana santa, y con tu mano erguida nos das la bendición entre madera de trabajadera ardiente, Señor nuestro.
Tras unas poquitas horas, se haga la noche, y con tu cruz y verdadera fe nos hagas ser sumisos antes tu noble presencia. Salud que pocos brinda como el tintineo de tus bambalinas, madre. Y que el andar de tu palio sea emocionante cuanto menos y que tus fieles promesas te acompañen en el largo caminar que brindas a tu pueblo.
Será porque fuiste cautivo por la buena muerte que brindaste a la humanidad señor. Que el ejemplo de tu madre del rosario nos sirva a todos como padres, tíos, primos y en definitiva, hermano.
Clavado en la cruz y con el dolor de la última lanzada, la esperanza de todos, incluida la de tu madre nos hará vibrar antes el hermoso instante que será verte procesionar por la calle lusitania al son de una banda de cornetas y tambores. Paso firme, sencillo y noble, nada de balconazos que nuestra esperanza se hará grande conforme transcurra el martes santo.
Que la milagrosa cruz de guía haga acto de presencia en la tarde noche del miércoles santo. Pasión, que palabra más grande, como las gotas de sangre que brindas en tu corona de espinas. Paso largo y racheado, la levantá al cielo pero con cuidado, que el señor no puede más con su cruz. La cruz de todos, no seamos egoístas. Y que tras el sonido de cornetas rasguen el último telar de silencio que quedara mientras avanzas con paso firme por tus avenidas y con delicadeza las revirás y arrias. Y tras de ti se nos brinde la paz de María al paso de su palio.
Que la jornada más larga de nuestra semana santa comience a eso de las 18:30h. Orando en el huerto te veo señor, y cual fuera huerto mejor que tu Ayamonte. Que esos olivos que aún quedan será llevados por todos nosotros, creyentes y cristianos a tu vera. Más si fuera verlo caer, no una, sino tres veces por las calles anárquicas de la villa, a la vera del iris mora que ornamenta tu altar. Que “la gitana” tras su dulce revirá frente al señor y a la señora de la madrugá. Paso valiente cuanto menos de tus costaleros, que con fervor te llevan a tu lecho de nuevo a llorar la condena de tu hijo, pero María descansa que eres la madre de dios y con eso ya tienes bastante.
Y que el reloj ya marca la hora, todo un pueblo agitado por la dulce presencia de su señor, y que parece que el cirineo se queda atrás a veces entre la muchedumbre que clama llevarte por hombre y orqueta por las calles de tu pueblo. Y que a tu vera siempre esté la madre, tu madre, nuestra madre. Pidiendo socorro a los apóstoles para que alivien tu dolor. Socorro por salvar del martirio a tu hijo que entra en la calle amargura, oscura e irregular como ninguna hasta la puerta de tu capilla, a la vera del alba. Gran noche cual fuera contarla a mis hijos cuando Dios dijera.
Y que al amparo de la mañana me acueste rezando por un cielo despejado con ángeles en el cielo. Donde la hora que marca mi televisión sean las 17:30h y con más nerviosismo que nadie me levante con ganas de coger mi túnica y partir hacia mi casa.
Pero antes de ello debemos de presenciar el descendimiento de Jesús, con su cuadrilla de costaleros y valientes capataces donde los haya. Sólo el sonido de tambores y cornetas nos impregnan de seriedad y de un tono rancio, donde la urna gótica hace acto de presencia y con el racheo y silencio transcurra por la cuesta de las angustias. Donde el mayor dolor de los hombres decorado con grandes bordados y lindas bambalinas al son de la marcha “ione” en tu salida.
Y que un encuentro teniendo por testigo a las monjas se haga presente, y como decía lleno de nerviosismo cojo mi túnica, recojo al compañero e inicio mi camino a mi casa franciscana en silencio, que no hace falta palabras, que el corazón ya habla por sí solo. San Francisco emerge del cielo para darnos fiel prueba de que ser cristiano es para sentirse orgulloso. Y que son las 21:00 horas y se abre la puerta de nuestra casa, tierno olor a cera quemada, mirada al frente, cíngulo franciscano orientado al lado derecho y cola en mano izquierda, comienza nuestra estación de penitencia. Vera cruz, donde sólo el hecho de verte en la calle hace que me robes más de una lágrima de felicidad. Donde Xto. solo muere dos veces, el entierro barroco del salvador y con Ocampo y León Ortega presente al son de la capilla transcurra por la calle Huelva. Y madre, te veo tan esplendorosa, coronada por el cielo de tu pueblo. Donde en la entrada, iré a tu vera labrando un camino de lágrimas, de emoción y sentimiento. ¡Y que ya me puedo morir tranquilo! El verte entrar por los arcos de mi casa, tu casa, y abrazarme al compañero, quitarme mi capirote y romper a llorar como lechón que nace en Ayamonte . Y que sea de los pocos instantes en los que me sienta feliz, todo merece la pena. Y que tras unas jornadas de reflexión, hasta ahora, la paloma de la resurrección eche el vuelo entre las claras del alba.
Y que el “Susi”, como algunos lo conocemos cariñosamente, desgaste las suelas de los zapatos de su cuadrilla, y a disfrutar de tu caminar por Ayamonte padre. Victoria con rosas frescas verte en las monjas me hace reflexionar de que ya solo queda unas horas para que acabe todo. Pero nos evadimos de ese pensamiento y disfrutaré a tu vera como aquel año que porté tu bandera concepcionista con gran orgullo. Y que todo no acabó, para nada, el trabajo de otro año comienza nada más termina la semana santa, así que fíjate cuanto tiempo me queda a la vera de mi semana santa.
He Dicho.